Nacer en una isla concede muchos privilegios.
El primero de todos, y seguramente el más importante, la suerte de tener la más sana, natural y feliz de las infancias. A la edad de 7 años inicié mis estudios musicales en el Conservatorio de Ibiza y Formentera. Pero muchos años antes, inspirada por todos los referentes que hoy día tengo y por mi vecina Noemí (gracias para siempre), ya había decidido que la música sería el camino que quería seguir durante toda mi vida. Todo mi alrededor me aceptaba y me dejaba brillar a mi antojo. Jamás sentí el juicio por ser la oveja descarrilada del grupo que elige otro camino (¡y qué camino!) ni la presión de tener que ser la mejor en todo. Cierto es que soy experta en crear burbujas de realidad paralela donde la vida siempre es un lujo y todo funciona de perlas.
El segundo de los privilegios, para otros un contratiempo pero en realidad una suerte, el hecho de que para acceder a más cultura de la que por aquel entonces había en la isla, había que viajar. Y gracias a mi familia viajé y viajé y me empapé de obras de teatro y musicales, de arte y de cultura y sin ningún tipo de antecedente en la familia, con toda la valentía de un alma de adolescente romántica pero siempre muy sólida y entera en mis decisiones escogí cual sería mi destino. Con 18 años abandoné el nido y me mudé a la ciudad, Barcelona, con todo el sacrificio que a día de hoy aún supone estar a un mar Mediterráneo de distancia de mi familia.
Una vez en Barcelona, arrancando con un entusiasmo que habría tumbado edificios, finalicé mis estudios musicales en el Liceu a la par que comencé mis estudios de arte dramático en EÒLIA y mis estudios universitarios en la Universitat de Barcelona, obteniendo un Grado en Estudios Ingleses.
Tenía que compensar mis delirios artísticos con una carrera socialmente considerada “normal”. Las lenguas y las palabras siempre fueron mi fuerte, así que escoger una carrera donde la gente conocía la correcta pronunciación de Shakespeare y me pasaría al menos 4 años analizando sus obras me parecía la decisión más inteligente que dadas las circunstancias podía tomar.
Así que primero fui músico, después fui filóloga y más tarde fui actriz.
El que nace artista sabe que la formación jamás finaliza, que abandonaremos este mundo con millones de cosas por aprender. Así que mi obsesión por saber más me ha llevado a viajar a Madrid y Nueva York (NYFA) para seguir aprendiendo de los mejores y a seguir ampliando conocimientos en Barcelona en AULES y el Taller de Músics, formándome así tanto en música clásica como moderna y jazz y afianzándome con mis instrumentos principales, el piano y la voz.
A lo largo de todos estos años las oportunidades laborales, que podréis ver en las pestañas de esta web, han ido surgiendo especialmente en el sector de la música, el teatro y el mundo audiovisual y, a día de hoy, me dedico a lo que me da la vida. Ha sido y es una carrera de fondo, un pulso contra el desaliento, un ir con con todo a por todas, un all-in a la perseverancia, un desaprender todo lo aprendido, un volar con raíces.
Tal vez no salvamos vidas, pero a mi el arte me ha salvado el alma.